Las personas se sienten mal, y no saben qué hacer. La angustia va en aumento, y buscan desesperadamente soluciones. Alguien les habla de la espiritualidad y de libros que traen respuestas. Pero ¿realmente esas respuestas llegan en el momento adecuado, o quizás necesitamos otras menos ambiciosas y más prácticas?
Cada persona está en un punto de su camino como ser humano de este mundo. Cada uno está preparado para ir encajando unas experiencias y aún no lo está para otras. Hay una fase en que la persona lee y lee, comprende intelectualmente, pero sufre porque lo que le piden esos libros está fuera de su alcance, no lo puede realizar y se siente culpable. Eso es muy frecuente, tras la euforia inicial, la realidad te alcanza y te derriba de un estacazo.
La naturaleza humana establece unas normas de coherencia en la que aquello que se intente madurar mentalmente debe de acompañarse de una maduración afectiva y una maduración vital. Sólo el desarrollo completo e integral encierra una sólida estabilidad. Quizás se deban de dar unos pasitos hacia atrás para situarse ahí donde sí puede hacerse algo. Hay que partir de aquel punto de maduración humana en el que nos hemos quedado y reanudar el crecimiento. Pero esta vez con una ventaja de valor incalculable. Reanudar el desarrollo como persona pero de forma consciente, no tan solo mediante el azar y los tumbos que nos da la vida.
Superar miedos, romper distancias entre las personas, realizar sueños, etc. Plantar cara a aquello que le tenemos gana. Hay que preparar el alma al nivel más básico, para que esta pueda continuar su camino, para que pueda asumir la trascendencia. ¿Cómo se le puede pedir que viva el Presente si la angustia por el pasado le atormenta duramente? ¿Cómo se puede exigir un gozo superior cuando no se conoce vivamente el gozo mundano? En los tiempos que corren, una satisfacción superior y trascendente exige para su estabilidad una experiencia vital y afectiva suficientemente sólida.
Que nadie se desanime. Potencia la sinceridad contigo mismo y sabrás tarde o temprano cual es el siguiente paso. Pero no esperes un momento en el que te podrás tumbar a la bartola y vivir de rentas. Mayor conciencia exige mayor consecuencia, pero eso sí, también mayor belleza y gozo.
Cada persona está en un punto de su camino como ser humano de este mundo. Cada uno está preparado para ir encajando unas experiencias y aún no lo está para otras. Hay una fase en que la persona lee y lee, comprende intelectualmente, pero sufre porque lo que le piden esos libros está fuera de su alcance, no lo puede realizar y se siente culpable. Eso es muy frecuente, tras la euforia inicial, la realidad te alcanza y te derriba de un estacazo.
La naturaleza humana establece unas normas de coherencia en la que aquello que se intente madurar mentalmente debe de acompañarse de una maduración afectiva y una maduración vital. Sólo el desarrollo completo e integral encierra una sólida estabilidad. Quizás se deban de dar unos pasitos hacia atrás para situarse ahí donde sí puede hacerse algo. Hay que partir de aquel punto de maduración humana en el que nos hemos quedado y reanudar el crecimiento. Pero esta vez con una ventaja de valor incalculable. Reanudar el desarrollo como persona pero de forma consciente, no tan solo mediante el azar y los tumbos que nos da la vida.
Superar miedos, romper distancias entre las personas, realizar sueños, etc. Plantar cara a aquello que le tenemos gana. Hay que preparar el alma al nivel más básico, para que esta pueda continuar su camino, para que pueda asumir la trascendencia. ¿Cómo se le puede pedir que viva el Presente si la angustia por el pasado le atormenta duramente? ¿Cómo se puede exigir un gozo superior cuando no se conoce vivamente el gozo mundano? En los tiempos que corren, una satisfacción superior y trascendente exige para su estabilidad una experiencia vital y afectiva suficientemente sólida.
Que nadie se desanime. Potencia la sinceridad contigo mismo y sabrás tarde o temprano cual es el siguiente paso. Pero no esperes un momento en el que te podrás tumbar a la bartola y vivir de rentas. Mayor conciencia exige mayor consecuencia, pero eso sí, también mayor belleza y gozo.
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