domingo, 4 de septiembre de 2011

Sendero a ninguna parte, llegada a todo los sitios.

Al principio discurría por camino ancho y frondoso, ligeramente plano y resguardado de las inclemencias del tiempo. La luz difuminada por el bosque lo inundaba dándole un carácter cálido. Discurría por él de una forma cómoda y despreocupada, espontánea y satisfecha.

Similar a cuando venimos al mundo y somos todo potencial deseando expresarse, es puro instinto y confiamos en la Madre naturaleza que nos cobija, sientes que la Madre-Vida vela por ti. Es una explosión desenfrenada de experiencias pero eres un artista innato en su disfrute y asimilación.

Pronto aparecen las primeras dificultades aparentes, un riachuelo corta el camino, pero su escaso caudal, y la amabilidad de las piedras que hay en él, permiten que lo cruce con práctica sencillez.

Las dificultades que nos empiezan a poner a prueba no es más que la base imprescindible de nuestro desarrollo. Sin oposición no hay crecimiento, el potencial no se concreta. Muchas veces, estos retos que van apareciendo, nos parecen grandes dificultades debido a nuestra inmadurez, y es porque no sabes que el desenlace está pactado, cruzaremos con toda seguridad.

El camino se hace más angosto, se inicia una suave cuesta, cierto aumento del esfuerzo hace falta. Súbito, atravesado en medio del sendero, aparece un Bastón. Parece tallado a conciencia por la madre naturaleza. La medida adecuada, la robustez justa, el apoyo perfecto. Parecía no necesario, pero lo recojo.

Lo que es necesario, es ofrecido, y además, de las formas más insospechadas. El problema radica en que no coincide lo que deseamos que sea necesario para nuestra persona, con lo que la Madre-Vida impersonal sabe con absoluta certeza que es necesario para mí. Mi perspectiva debe ampliarse para que lo pueda comprender.

Al poco, el sendero se hace más estrecho y escarpado, más y más ahincó es necesario. El bastón demuestra su utilidad, lo justo para facilitar el trayecto, lo razonable para no caer en dependencias. El camino te pone a prueba, todo lo que tienes ha de ser ofrecido.

El exceso de comodidad, sorprendentemente, es puro veneno para la vida. Vivir es total inseguridad e incertidumbre, y simultáneamente, te dota del don de la Confianza. Tu fortaleza en el futuro depende de cuánto estés dispuesto a ofrecer en cada instante, veas o no veas la recompensa. Lo que te reserves, te será reclamado en un momento u otro.

Llego a un rellano escalfado por el sol e ilustrado por la belleza de las vistas. Es un sitio cómodo para quedarse después de una etapa de esfuerzo, pero tan sólo para regenerar. La continuidad se hace tímidamente visible tras los arbustos, pero irrevocable. Es su función.

Cuando el descanso es necesario, aparece con evidencia ante los ojos abiertos. La alternancia entre quietud y movimiento es el incesante latido del corazón de la Madre y que el niño, ya desde su vientre, aprende su compas. Al nacer, este es acunado equilibradamente de un lado al otro. Es un continuo balancear entre las fuerzas, entre los distintos modos de energía y expresión. No quiero olvidar como la Madre ha decidido cuidar de su hijo y como esta susurra: ¡Hazte sensible a ello! ¡Se Consciente que todo forma parte del Arte del Balanceo!

Continúa el avance con la angostura del trayecto, la cuesta y el esfuerzo van de la mano. En un momento dado una vasta hermosura de paisaje inicia su acompañamiento. ¡Cuánta Belleza! Ahora en la altura se hace más patente, pero en realidad me ha acompañado desde sus inicios.

La inercia pesa, y la vista tiende a mirar hacia el suelo y solo ver el camino y sus accidentes. Es sólo cuestión de aprendizaje y de tomar conciencia de ello. Alzo la mirada y siento todo lo que me acompaña. ¡Vaya! Si resulta que el camino es una ínfima fracción de todo el universo que me arropa. Es tan pequeña que casi pierde su sentido al compararlo. Puedes sentirlo Ahora. Inmersos en una inundación irremediable de Belleza. Ahora, antes y después. Que lo pierda de vista no significa que no esté, únicamente significa eso, que lo he perdido de vista.

El sendero aunque tranquilo cada vez es más estrecho y pedregoso hasta que se convierte de tropezado tránsito. De repente, ¡no hay camino! Este se disuelve en un verde prado salpicado de flores silvestres, y en el horizonte, las majestuosas montañas y el espacio iluminado por el sol radiante. No hay camino; al principio titubeas, pero rápidamente caes en la cuenta que puedes campar libremente por donde quieras.

La idea de un camino no es más que eso, una idea, muy probablemente prestada, como la inmensa mayoría de las ideas. Como singularidad que soy, un camino habré de andar, pero, ¿dónde radica lo fundamental, en mí o en el camino? Así sea mi singularidad, así es el camino a recorrer, no hay distinción entre Él y Yo.

Atravesado el prado, de nuevo en ruta; se define una encrucijada de caminos. ¿Cuál tomar? Cuestión mal formulada. ¡Qué extraño! Una vez cruzado el Prado ya no hay andar, es el sendero el que se desliza bajo los pies.

 No hay ni buen ni mal camino, no hay ni buena ni mala elección, es el sendero el que te escoge a ti. Quisiera otra cosa, pero irrumpe la libertad para no controlar nada, otra vez la paradoja; me cuesta asumirlo.

 Integrar lo racionalmente contradictorio es atravesar la paradoja.
Atravesar la paradoja es la vía para ampliar la Consciencia.
Ampliar la Consciencia es el salto para que se Realice eso que tanto estas esperando.

 Soy Vida como mí Madre, y persona como singularidad. Como Vida, Soy Universal y Pleno; como singularidad, pura fragilidad expuesta a todo; ¡He ahí el precio de tanta Belleza!

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