domingo, 5 de julio de 2009

La película de mi vida

Cuando vemos una película de cine somos espectadores de las vidas de unos personajes que nos cuentan una historia. Nos es fácil estar al tanto del desarrollo de las mismas y comprender el entramado de sus relaciones. Si la película está bien hecha y el director nos presenta adecuadamente los sentimientos de cada personaje, podemos llegar a comprender el por qué de los comportamientos de los mismos.

Podemos llorar o reír, expresar sentimientos al compartir la vida de los personajes, pero evidentemente sabemos que eso realmente no nos afecta. Incluso podemos aceptar comportamientos que son contrarios a nuestra manera de ser debido a que comprendemos porqué hacen lo que hacen. Somos capaces de perdonarlos aunque no estemos de acuerdo con ello.

Cuando la historia es nuestra vida todo es muy distinto. Perdemos esa capacidad de sujeto observador de los hechos y nos identificamos con nuestros pensamientos y emociones perdiendo la perspectiva. Perdemos esa posición más inteligente que tuvimos al ver la película y las emociones se mezclan arbitrariamente con los pensamientos perdiendo la comprensión real de nuestra historia. Nuestra toma de decisiones se ve enturbiada por la confusión y la situación se complica.

Es imprescindible desarrollar la habilidad de poder observar con claridad los hechos de nuestra relación con los demás. Comprender como se construyen nuestros sentimientos y pensamientos, y poder ver con claridad el guión de nuestra vida. Hay que desarrollar el saber ser el sujeto observador de nuestras experiencias y ver con perspectiva que corresponden a un guión muchísimo más amplio y basto de lo que hasta el momento creía.

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